Es lo que tiene resistirse a algo… que persiste. Y yo me resistía a pedir ayuda porque tenía que ser fuerte, demostrar que soy independiente, que me valgo por mi misma, que puedo salir adelante, que estoy preparada para todo, que no dependo de nadie…

Y ahora que lo pienso… ¿para qué?

Un gran amigo me dijo un día que mi vulnerabilidad era lo que me hacía especial… ¿vulnerabilidad? ¿exponer mis sentimientos y debilidades? ¿abrir mi corazón para que pueda correr peligro de ser herido? Pues si. De eso y mucho más. De dejarse sentir libremente, de no tener que cumplir expectativas, de vivir el momento, de llorar y reír, de romperse y reconstruirse, de compartir y saltar como loco, de caerse y quedarse quieto, de gritar o mantenerse en silencio, de emocionarse, de tener escalofríos, de suspirar…

Qué experiencia tan maravillosa poder abrir tu corazón pase lo que pase y viva lo que viva… y qué sensación tan increíble pedir ayuda, dejarte ayudar, compartir momentos preciosos e ilusiones y también situaciones difíciles y lágrimas…

¿Cómo te sientes cuando ayudas a alguien? ¿y cuando esa persona es especial en tu vida…?

Pues ahora piensa cómo sería pedirle ayuda y dejar que él o ella se sienta especial e importante por lo que puede hacer por ti, por lo que puede demostrarte, por lo que siente al protegerte… No es dependencia ni debilidad, simplemente es compartir emociones, sentirte importante, respirar profundo, sonreir, sentirte orgulloso, mirar a los ojos del otro y conectar con su alma.

¿Eres de los que siempre ayuda a los demás? ¿De los que pide ayuda o de los que no se lo permite? ¿Cómo sería compartirlo?

Estos días me he dejado “querer y cuidar”, reconocer que no podía con todo, que no llegaba, que no sabía cómo seguir, que me costaba respirar… y me he llenado del cariño y apoyo de los que esperaban (por fin) mi llamada y mi grito. Gracias por sostenerme, por responderme, por acompañarme, por darme ánimo y cariño, por hacerme sonreir, por decirme “va a salir bien”.

Y tú ¿Por dónde vas a empezar? ¿Con quién vas a compartir los mejores y peores momentos de tu vida? ¿A quién le dirás que no puedes con todo y necesitas su ayuda?

Todo es empezar… como en el gimnasio (porque tienes agujetas y te remueves por dentro) pero cuando empiezas a respirarlo y sostenerlo… es tan bonito…

Te invito a que lo vivas y lo compartas conmigo en este blog.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *